viernes, 16 de diciembre de 2011

Por el Emperador

Aragorn, en la tercera parte de la magna obra cinematográfica El Señor de los Anillos, encontrándose en completa inferioridad de condiciones frente a las puertas de Mordor, proclama:
-"Por tí, Frodo"
Y tras así decirlo, acomete con valentía contra las injustas e infames hordas del mal.
Recuerdo que esta película, al igual que las anteriores, la vi en el que sin ninguna duda era el escenario más adecuado, más grande, más solemne para poder disfrutar del cine en León, el teatro Emperador.
Me consta que todas las películas que en el pasado se proyectaban en esta ciudad eran objeto de estreno en dicho teatro y un auténtico acontecimiento social el día de su proyección ( ya fueran Los Diez Mandamientos, Lo que el viento se llevó, La túnica sagrada, Ben-Hur...)
Cada vez que paso por donde se encuentra el teatro se me viene el alma a los pies.Hoy día no es más que ruina.Ruina física del inmueble,ruina de los sueños que allí se exhibían, ruina moral de quienes lo han dejado morir.
Se trata de un estado al que se ha llegado por un completo abandono institucional, como consecuencia de un juego de cesiones entre Ayuntamiento y Estado, ambos responsables de la decrepitud tan lamentable que acusa. Si al menos aquella "cesión" hubiera reportado un capital que adecuadamente se hubiera destinado a satisfacer las necesidades municipales quizá, en una coyuntura extrema, hubiera sido justificable; mas la eficiencia económica no es principio que caracterice al gobierno local.
El actual responsable de la rehabilitación del teatro no es otro que el Ministerio de Cultura, que para los efectos que interesan, ni está ni se le espera.
Vienen a mi memoria las declaraciones de Viggo Mortensen, actor muy vinculado a la tierra de León, que al quedar admirado de la belleza del teatro el día del estreno de Alatriste dijo que él no volvería a León si el Emperador no se mantenía en su condición de teatro y cine y era debidamente rehabilitado y conservado. La política, ese arte de la mentira que diría Ortega y cuyos tentáculos se extienden a lo discrecional y lo que no lo es, se encargó despues de suavizar sus palabras, algo más que comprensible en retrospectiva, a la vista de los negocios entre unos y otros y el patético estado del teatro.
En definitiva, los perjudicados, como siempre, somos nosotros. No hay cultura, no hay arte, no hay sensibilidad, no hay creatividad, sólo existen los intereses creados y el dinero.Ah! y también la silla en la que tenemos que esperar sentados a Viggo.

Recogiendo las palabras de Aragorn, que no son sino manifestación quijotesca, diré:
-Por tí, querido Emperador.