miércoles, 17 de abril de 2013

Un emperador que volvía a su trono

Ciertas historias deben permanecer ocultas, escondidas. Son relatos tan tristes como, al mismo tiempo, expresivos de fortaleza y sugerentes de una reflexión para aquéllos que a bien tengan recibir su mensaje.

El emperador veía trascurrir el tiempo entre los hermosos muros de la Catedral. El devenir de los años, de las vicisitudes, de las experiencias, había transformado su esencia en sombra. Sólo la luz filtrada a través de las vidrieras del sacro lugar aplacaba la penumbra y la furia crecientes de su sentir.

En numerosas ocasiones era llamado a la batalla, abandonando su sede y recorriendo brumosas tierras, yermos campos, pronunciadas cumbres, en los que se aventuraba con mapas y hojas de ruta dibujados por inexpertas manos, cuando no con trazos envenenados. La traición de los suyos, la soledad en la lucha y las cobardes e injuriosas imputaciones fueron las premisas determinantes de su habitual retorno al trono. El lugar que albergaba su reposo fue escondido en un recóndito emplazamiento del templo, siendo alejado de todo contacto con sus semejantes, en un destierro al que comenzó a acostumbrarse e incluso a disfrutar. No se pronunciaba el nombre del emperador en público, pues una combinación de miedo y vergüenza, enmascarados en un falso olvido, eran las auténticas razones del silencio de las umbrías conciencias.

Del repudiado emperador nunca más se volvió a saber. Parece ser que no se le ha vuelto a sentir transitando los vetustos muros catedralicios. Algunos antiguos y escasos textos afirman que "el olvidado", como se le cita en los documentos, obtuvo la victoria final en su batalla, si bien otros legajos manifiestan que aún permanece en cierta forma vinculado al lugar que durante un eterno periodo fue testigo de sus hechos. No obstante, a través de recientes investigaciones, empleando técnicas respetuosas con la arquitectura de la Catedral, basadas en tecnología avanzada, se ha descubierto que en la parte más elevada del templo, cerca del rosetón oeste, existe una especie de capilla,hasta hoy desconocida y oculta tras un muro de más reciente construcción,en la que parece captarse, a través de las imágenes obtenidas, como si en su interior se encontrase una majestuosa estructura en forma de trono. ¿A quién espera...? 



Vídeo: "Armonía de la desesperanza" (Diego García Paz)
Música: "The dead bog" (Oscar Araujo)

jueves, 4 de abril de 2013

El legendario caballero de la Catedral

La Catedral de León es, sin duda alguna, un lugar dotado de una fuerza y un magnetismo especiales. Sus artífices pretendieron levantar un edificio que directamente emplazase al visitante a otra dimensión, más elevada, a través de la luz tamizada por el color sobre la inerte piedra.

Existe una muy antigua historia, desconocida para muchos, que habla precisamente de cómo lo inerte vuelve a la vida a través de la luz y de una llamada, una voz, que desde tiempo inmemorial, es escuchada en  los momentos de mayor inquietud y temor.         

El sepulcro del rey Ordoño II se caracteriza por su extraordinaria belleza. Tras el Altar Mayor se puede observar la figura recostada de nuestro querido rey, rodeado de ricos relieves policromados.La peculiaridad de la tumba del monarca es el resaltar, el sobresalir de entre todas las demás de la Catedral que, discretas, se sujetan al devenir de los siglos en el silencio y la quietud que propicia su inadvertencia para quien transita el templo.

Los reyes de León han sido un ejemplo de fortaleza y justicia. Por ello, no debería sorprender que su esencia quedase por siempre reflejada de una manera especial en el lugar donde descansan. Mas el detalle, las inscripciones grabadas sobre la piedra en lengua clásica, la referida policromía, el arco que enmarca el sueño real, que más que un mero ornato asemeja una puerta, un pórtico...en definitiva, la impronta del sepulcro tiene un sentido más allá del tributo a quien fuera el recordado y querido rey leonés. La valentía y la bondad son inmortales.

               "Yo soy la voz del pasado,
                la voz que siempre existirá,
                llenos fueron mis campos de sangre en la batalla,
                tráenos la paz de tus tiempos,
                mis heridas contigo se curarán"


             
                                                      Resurrection (Diego García Paz)
                                                                                        Musica: The voice (Celtic Woman)