miércoles, 31 de julio de 2013

La fiesta de Poseidón

Con el paso de los años, me resulta cada vez más imprescindible ver el mar.

Simplemente observar el horizonte marítimo. A cualquier hora del día.

La contemplación del Océano Atlántico, acompañado del apacible sonido del oleaje y de las gaviotas desde el amanecer en la ciudad portuaria reconfortan el espíritu, ayudan a organizar los pensamientos y a reconstituir, desde luego, la fuerza anímica y física con la que emprender las gratificantes y laboriosas tareas encomendadas.

En agosto, somos muchos los que necesitamos un aporte de descanso, sí...y también de auténtico deleite.

¿Y si el mismo señor de los mares aprovechara este mes para organizar una fiesta universal de criaturas míticas y seres humanos emprendiendo una travesía desde las profundidades de sus dominios hasta la superficie de la tierra? ¿Quién rechazaría su oferta?

La música empieza a escucharse y los corceles marinos comienzan a emerger de las aguas...
  

           
                                     deo: Tribute to the Seas - Homenaje a los mares (Diego García Paz)
                                                                                       Música:  See the Sun (Matt Darey)
                         

miércoles, 10 de julio de 2013

Vivir para siempre

Cuestión muy discutida desde que el hombre empezó a pensar y a considerarse el ser más aventajado de la creación fue lo referente al concepto de eternidad.

Existe una aspiración, una necesidad de creer que somos por esencia trascendentes, seres ilimitados, insertos en un mundo temporal de mera apariencia, una auténtica caverna platónica en la que observamos sombras proyectadas en el lienzo de lo que consideramos la realidad y que no son sino un desvirtuado reflejo de la verdad, de lo que debe ser la auténtica vida, muy superior en belleza y bondad a lo que nuestras formas físicas de percepción nos permiten escudriñar.

A partir de este punto, las orientaciones son muy diversas. Para unos, el mundo sensible es, en efecto, una experiencia, una antesala bastante reducida, en cuanto a sus virtudes, de la eternidad, regida por un ser superior. Para otros, tal esperanza es inexistente; la realidad es ésta y cualquier consideración filosófica o teológica en otro sentido se enmarcaría en el mito o la leyenda.

Desde un punto de vista personal, considero que ha de partirse de nuestra esencial limitación biológica. Siendo seres dotados de una espectacular maquinaria natural, es incurrir en soberbia creer que podemos dar  una respuesta a todo. Hay cosas que simplemente nos superan, no estamos capacitados para razonar sobre temas cuyas premisas lógicas más elementales no cuadran en silogismo alguno. La imaginación puede ser lo que nos aproxime más a visualizar, que no a entender, la existencia de otros mundos. Pensar en la idea del universo, que sin duda existe, y llegar a concebirlo como infinito es movernos dentro de conceptos teóricos, pero no somos capaces de visualizar su verdad, su realidad. Es superior a nosotros. Es esperanzador.

Ahora bien, hay una nota, un elemento, en el que coincidimos tanto quienes tenemos unas creencias en orden a la inmortalidad, como aquéllos que manifiestan reconocer, no sin valentía, su levedad temporal y la fatalidad inherente a la naturaleza: queremos ser recordados.

El recuerdo es inmortalidad. Aquél que transita las sendas del olvido, sin ser alguno que pueda narrar su vida, su obra, definitivamente desaparece.

Creo que por esta razón, creyentes o no, debe reconocerse que nadie quiere realmente desaparecer de los recuerdos. Incluso considerando la existencia de una vida eterna, plena, feliz, el permanecer en la memoria de las personas que han podido conocernos, o saber de nosotros al menos referencialmente, nos hace inmortales.


El Doctor Paz Varela

Ahora en  Madrid, el recuerdo indeleble del Doctor Paz Varela, mi bisabuelo, así como de mi abuelo Pío, se consolida en su eternidad a través de la creación del Instituto que lleva su nombre y del que me enorgullezco de formar parte pudiendo contribuir humildemente a esa proyección del saber y de la filantropía propia de aquella docta persona, médico de la Armada y de todos los porriñeses, que dio su vida por salvar a un paciente.Más allá de que yo considere que ellos puedan ser conscientes de estas iniciativas, la inmortalidad es ésto: el cariñoso recuerdo más allá de los años, más allá del tiempo.

¿Quién quiere vivir para siempre?


                 
                                   Vídeo: Who wants to live forever? Homenaje a Highlander (Diego García Paz)
                                                                                         Música: Luz de Domingo (Hevia)