sábado, 28 de septiembre de 2013

Vuelta a casa

"Hace siglos que fallecí. En mis tiempos fui uno de los regentes del este de Europa más temidos y respetados. Mis métodos exudaban una rabia sin límites. Disfrutaba contemplando el dolor de los enemigos desde la torre del castillo de Bran, en el que residía con ocasión de mis campañas contra los invasores.

Me habéis llamado de múltiples formas. Gracias a vosotros seré por siempre "El Empalador" y "El Dragón".

Cierto es que tales denominaciones no son desacertadas, no. En efecto, yo soy oscuridad, soy sombra.

No estoy físicamente entre vosotros, pero nada me está impidiendo ser testigo del proceder del ser humano en los siglos que tras mis tiempos se vienen sucediendo. Mientras me recordéis, y así es, pues la literatura universal se ha encargado de ello, yo soy capaz de observaros y de valorar lo que estáis haciendo. Estoy perfectamente legitimado para enjuiciar vuestra conducta...al fin y al cabo vosotros lo hacéis conmigo.

La lucha por el poder, las sanguinarias guerras entre vosotros, la opresión del débil, la rotunda falsedad en vuestros quehaceres, una falsedad, sí...que sustenta como un pilar los viles actos que efectuáis sin misericordia...gran tributo me rendís.

Os atrevéis a calificarme de cruel en virtud de mis cometidos. Vuestro día a día, a pequeña y gran escala, está guiado por un gélido fundamento, un principio de todo al que ya se refirió Dante, ese visionario que transitó los sórdidos emplazamientos del infierno en un relato que llamó Divina Comedia. El más profundo de los lugares del inframundo no está azotado por el fuego atemporal. No es sitio de azufre y llamas. Es un lugar helado. En él se siente un frío eterno. Es el círculo de la traición, y os está dominando por completo.

Veo y siento la frialdad que caracteriza las situaciones cotidianas de la vida. No obedecéis a lealtad alguna, no existe la fidelidad. El mundo se ha vuelto un lugar desconfiado...aunque cínicamente aseguréis lo contrario.

En mi época, pese a ser un regente muy temido, se sabía que aquél que se opusiera a mí y en consecuencia a los intereses de mi pueblo, recibiría el castigo correspondiente, mas en mi proceder existía cierta honestidad. No actuaba de una manera contraria a mi pensamiento ni nada escondía. De hecho, en mi tierra se me considera un héroe nacional.

Por éso, no puedo permitir la funesta deriva que estoy contemplando. Es preciso que haga algo, pues todo mal ha de tener un límite. No puedo consentir un mal superior al mío. No toleraré que la traición y la falta de honestidad y de principios se adueñen de la humanidad.

Hoy, a la caída del sol, el reloj que marca el tiempo de guerra e injusticia que se ha cernido sobre el mundo se detendrá.El imperio de la falsedad y de la traición toca a su fin. Mi castillo me espera. Vuelvo a casa. El Dragón se hará sentir de nuevo".

                                                                                                                                                                                                   
                       
                                             Vídeo: My Homecoming (mi vuelta a casa). Fotografías de Rumanía.
                                                                                                 Música por Oscar Araujo


martes, 3 de septiembre de 2013

Soneto estrambótico

Ya he comentado en anteriores ocasiones que el título de este blog tiene por cometido rendir homenaje a la figura de mi bisabuelo, el Doctor Manuel Paz Varela.

Me gustaría ahora aportar algunos datos adicionales sobre su persona y su quehacer profesional e intelectual, que he podido conocer a través de mis viajes estivales a tierras pontevedresas, que conjuntamente con su amada Portugal, fueron testigos del proceder de un auténtico filántropo, enmarcando no sólo en la leyenda, sino en la historia, en la realidad, la figura del ilustre médico gallego.

La Enciclopedia Gallega tiene la siguiente entrada: "Dr. Paz Varela, Manuel: Doctor del Concello de Mos, vivió, trabajó y murió en Porriño, sobre la relojería Penín".

Hace muchos años, cuando alguien sufría una enfermedad aguda que dejaba entrever pocas posibilidades de curación, tenía que escuchar como algún otro le decía: "A tí no te salva ni Varela". La popularidad que adquirió esta persona en su época (primeros años del siglo XX) no se limita sólo a su faceta como médico, en cuyo ejercicio su profesionalidad era indiscutible y en numerosas ocasiones glosada por otros médicos en las publicaciones clínicas del momento, sino también por su inquietud intelectual. Paz Varela fue colaborador habitual en periódicos como El Lince o La Integridad de Tuy, y nos dejó, por ejemplo, tres novelas escritas en portugués (una de ellas, precisamente titulada De la comedia lusitana: apuntes para una historia de la revolución portuguesa). Ésta inquietud humanista le llevó a tomar contacto con una nutrida representación de la intelectualidad gallega del momento, siendo conocida su participación en las tertulias de la Botica Nova, organizadas por el hermano de Antonio Palacios, y en las que, además del propio arquitecto (con conocidas obras en Madrid), participaban personajes como Ramón Cabanillas, el médico Darío Álvarez Limeses, Jaime Solá, los pintores Antón Medal y José Otero Abeledo, conocido como Laxeiro, el industrial y galleguista Enrique Peinador Linares, el escritor y abogado Valetín Paz Andrade, José María Álvarez Blázquez, el violinista Quiroga o el pintor Maside, quien ejecutó una hermosa caricatura al Doctor. Todos ellos amigos y admiradores de la profesionalidad de nuestro protagonista.

El Doctor Paz Varela, por Maside

Manuel Paz Varela fue también vicepresidente de la sección de literatura del Ateneo de Vigo, donde pronunció, en el año 1921, una serie de conferencias sobre la estética en la obra literaria de Eça de Queirós.

Dicen que su vida estuvo llena de anécdotas. La más conocida, sin duda, y la que ha contribuido a su leyenda, está relacionada con la causa de su fallecimiento. Una de aquellas noches frías y lluviosas de Galicia, fue llamado para asistir a un enfermo de una parroquia. Como siempre, el Doctor Paz Varela subió a su caballo y solícito acudió en auxilio de quien le necesitaba, adentrándose en la húmeda oscuridad que cubría los montes.Tras consultar y recetar lo necesario, el enfermo curó al poco tiempo. Mas Paz Varela contrajo el virus que padecía su paciente, enfermando de una afección respiratoria aguda que en pocos días le llevó a conocer a aquella muerte con la que durante toda su vida había luchado, al lado de los pobres y de los deshauciados de la comarca. Fue el 31 de enero de 1936.
Mi bisabuelo tuvo cuatro hijos y una hija, que emigró a Buenos Aires en tiempos de la Guerra Civil.

Se escribió, por uno de sus amigos,en gallego, un soneto estrambótico en su recuerdo, que a continuación traduzco:

"Al Doctor Manuel Paz Varela, que fue un padre para los pobres y un consuelo para los marginados en tierras de Mos y de Porriño.

   Era totalmente así: como una columna de humo,

   hechos de llamas su cuerpo y pensamiento,
   sabía del desasosiego y del dolor,
   desde la costa hasta los lugares de costumbre.

   Siempre enfrentado a la maldita muerte,

   tenia un hablar afable y cariñoso,
   para con el pobre de Dios, y para el desamparado
   por docenas tenía cobijo y lumbre.

   Monárquico, demócrata, apostólico,

   un tanto excéntrico, cuasi católico,
   fundador del auto-stop, bibliopirata...

   Tal era el recordado Paz Varela,

   a quien Maside, con aquella su viveza,
   en un garabato con sus lápices retrata,

   Y, a modo de estrambote,

   que nadie se engañe al ver esta figura
   porque hay un Sancho dentro de este Quijote"

                                                                     José María Álvarez Blázquez

                                                                         Vigo, septiembre de 1967.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          
                                            Vídeo: Lusitanus, homenaje a Portugal (Brunuhville)



miércoles, 31 de julio de 2013

La fiesta de Poseidón

Con el paso de los años, me resulta cada vez más imprescindible ver el mar.

Simplemente observar el horizonte marítimo. A cualquier hora del día.

La contemplación del Océano Atlántico, acompañado del apacible sonido del oleaje y de las gaviotas desde el amanecer en la ciudad portuaria reconfortan el espíritu, ayudan a organizar los pensamientos y a reconstituir, desde luego, la fuerza anímica y física con la que emprender las gratificantes y laboriosas tareas encomendadas.

En agosto, somos muchos los que necesitamos un aporte de descanso, sí...y también de auténtico deleite.

¿Y si el mismo señor de los mares aprovechara este mes para organizar una fiesta universal de criaturas míticas y seres humanos emprendiendo una travesía desde las profundidades de sus dominios hasta la superficie de la tierra? ¿Quién rechazaría su oferta?

La música empieza a escucharse y los corceles marinos comienzan a emerger de las aguas...
  

           
                                     deo: Tribute to the Seas - Homenaje a los mares (Diego García Paz)
                                                                                       Música:  See the Sun (Matt Darey)
                         

miércoles, 10 de julio de 2013

Vivir para siempre

Cuestión muy discutida desde que el hombre empezó a pensar y a considerarse el ser más aventajado de la creación fue lo referente al concepto de eternidad.

Existe una aspiración, una necesidad de creer que somos por esencia trascendentes, seres ilimitados, insertos en un mundo temporal de mera apariencia, una auténtica caverna platónica en la que observamos sombras proyectadas en el lienzo de lo que consideramos la realidad y que no son sino un desvirtuado reflejo de la verdad, de lo que debe ser la auténtica vida, muy superior en belleza y bondad a lo que nuestras formas físicas de percepción nos permiten escudriñar.

A partir de este punto, las orientaciones son muy diversas. Para unos, el mundo sensible es, en efecto, una experiencia, una antesala bastante reducida, en cuanto a sus virtudes, de la eternidad, regida por un ser superior. Para otros, tal esperanza es inexistente; la realidad es ésta y cualquier consideración filosófica o teológica en otro sentido se enmarcaría en el mito o la leyenda.

Desde un punto de vista personal, considero que ha de partirse de nuestra esencial limitación biológica. Siendo seres dotados de una espectacular maquinaria natural, es incurrir en soberbia creer que podemos dar  una respuesta a todo. Hay cosas que simplemente nos superan, no estamos capacitados para razonar sobre temas cuyas premisas lógicas más elementales no cuadran en silogismo alguno. La imaginación puede ser lo que nos aproxime más a visualizar, que no a entender, la existencia de otros mundos. Pensar en la idea del universo, que sin duda existe, y llegar a concebirlo como infinito es movernos dentro de conceptos teóricos, pero no somos capaces de visualizar su verdad, su realidad. Es superior a nosotros. Es esperanzador.

Ahora bien, hay una nota, un elemento, en el que coincidimos tanto quienes tenemos unas creencias en orden a la inmortalidad, como aquéllos que manifiestan reconocer, no sin valentía, su levedad temporal y la fatalidad inherente a la naturaleza: queremos ser recordados.

El recuerdo es inmortalidad. Aquél que transita las sendas del olvido, sin ser alguno que pueda narrar su vida, su obra, definitivamente desaparece.

Creo que por esta razón, creyentes o no, debe reconocerse que nadie quiere realmente desaparecer de los recuerdos. Incluso considerando la existencia de una vida eterna, plena, feliz, el permanecer en la memoria de las personas que han podido conocernos, o saber de nosotros al menos referencialmente, nos hace inmortales.


El Doctor Paz Varela

Ahora en  Madrid, el recuerdo indeleble del Doctor Paz Varela, mi bisabuelo, así como de mi abuelo Pío, se consolida en su eternidad a través de la creación del Instituto que lleva su nombre y del que me enorgullezco de formar parte pudiendo contribuir humildemente a esa proyección del saber y de la filantropía propia de aquella docta persona, médico de la Armada y de todos los porriñeses, que dio su vida por salvar a un paciente.Más allá de que yo considere que ellos puedan ser conscientes de estas iniciativas, la inmortalidad es ésto: el cariñoso recuerdo más allá de los años, más allá del tiempo.

¿Quién quiere vivir para siempre?


                 
                                   Vídeo: Who wants to live forever? Homenaje a Highlander (Diego García Paz)
                                                                                         Música: Luz de Domingo (Hevia)


martes, 25 de junio de 2013

Pioneros en tantas cosas...

A través de estas líneas que tengo la oportunidad de ofrecer a todo aquél que cuente con interés y paciencia en seguirme, y sobre todo por medio de la imagen, que considero una de las formas más precisas de manifestar la impresión del mundo, los sentimientos que un ser humano puede albergar al contemplar los lugares de su vida, he descrito cómo los leoneses siempre hemos sido recios y nobles guerreros, grandes luchadores, auténticos fénix en muchos aspectos. Creo, y así lo he intentado reflejar, que esa impronta bondadosa, valiente, es eterna e inmortal, y está tanto en nuestros queridos reyes del pasado, como en las buenas gentes de hoy. De ahí su naturaleza imperecedera, que sin duda nace también de un digno espíritu de emulación.

El tiempo pasa, y con él muchas historias. Personas que se van de nuestras vidas; otras cercanas que se unen en un vínculo arraigado en el verdadero amor, que dejan atrás su infancia y juventud para asumir roles de gran responsabilidad, para sí mismos y para los que vendrán; experiencias novedosas y cruciales en la vida que marcan auténticos hitos existenciales. Por ellos brindo ahora también y celebro esas nuevas noticias y un futuro lleno de esperanza, que desde luego es necesario.

Además de las vicisitudes particulares de cada uno, es verdad que somos originales y desde luego pioneros en aspectos que no son en absoluto desdeñables. Personalmente me agrada y me produce un sentir especial transitar por las inmediaciones de la basílica de San Isidoro, escenario en mi caso de muchos cuentos y relatos, escritos durante toda una vida, que han producido en mí esa visión hasta cierto punto épica y con un  tinte melancólico, de los entornos de nuestra tierra. Ahora que se ha reconocido la importancia de este lugar como germen del parlamentarismo, aportando luz de progreso en aquellos tiempos de penumbra medieval, a mi querer como ciudadano y leonés de esta zona, se agrega el orgullo como jurista que soy. 
     

       
                 

                                             Vídeo: León, Cradle of Democracy (Diego García Paz)
                                                                                    Música: Labyrinth entrance (Oscar Araujo)



sábado, 8 de junio de 2013

Mi valle silencioso

Existe un mundo entre la realidad y los sueños más perturbadores.

Un espacio intermedio entre lo que estimamos como cierto, nuestra percepción de lo que nos rodea, y aquél otro lugar, que ha recibido múltiples nombres.

En cualquier momento, en cualquier situación, es posible que la conexión entre lo cotidiano y lo onírico comience a manifestarse, sin condicionamiento a  factor alguno que podamos controlar ni prever, obrando con una absoluta libertad.

El sonido similar a una trompeta, que algunos interpretan como una sirena,de procedencia incierta, es la antesala del cambio. Las imágenes empiezan a distorsionarse, a adquirir contornos desconocidos. Lugares antes habituales, familiares, se tornan en inquietantes parajes.

Desde los campos hasta la ciudad, cada elemento del entorno comienza a integrar un escenario monocromático en el que se perciben sonidos, presencias, movimientos de lo que creemos inerte desde nuestra apreciación.

Las prolongadas calles se contraen, rotan sobre sí mismas, hasta presentar un nuevo aspecto. Y al final de una de ellas, una figura comienza a hacerse visible...

Este lugar, este puente entre dos orillas, es "mi valle silencioso".




                                                   Vídeo: My Silent Hill (Diego García Paz)
                                                                                    Música: Tema de Laura (Akira Yamaoka)