martes, 25 de octubre de 2011

Visitantes

Eileen decidió acostarse, como cada día, para descansar.Su trabajo requería grandes dotes de fuerza y de paciencia combinadas, y era imprescindible que su cerebro se recuperara.
A pesar de ser consciente de esa necesidad, cada vez que llegaba la hora de preparar la cama para dormir sentía miedo.
No era la primera vez que despertaba en medio de la oscuridad sintiendo algo raro; un peso sobre sus piernas, sobre su espalda. "Es mi gato" pensó para sí misma...pero jamás lo había tenido. A veces como defensa se crean razones para justificar lo inesperado. Al darse cuenta del sinsentido de su pobre argumentación, se estremeció. Y así varias noches.
Había oído hablar de algo llamado "los visitantes de dormitorio", la sensación de presencia, la presión que alguien o algo desconocido ejercía contra la persona en duermevela,la parálisis, el miedo.
Ella siempre consideró que aquéllo no eran sino sueños, muy nítidos, pero sueños.
En una ocasión, de tantas noches tan lejanas de ser reparadoras, le sobrevino otro de esos extraños sueños, pero no era la presencia la que manifestaba estar junto a ella. Las tornas se invirtieron, por una vez.
Y no sería la última.
Se encontró en un lugar que ella sabía que era su habitación...pero no "veía" mueble alguno, ella "sentía" que era su cuarto.Y allí, con ella, dos sombras.
Percibía un mal ambiente, un estado enrarecido.Lo que pudo ver no era identificable con personas; tenían silueta de tales, pero no había brazos, sino sólo tronco y cabeza...así lo quería asimilar ella.
"¿Tú qué haces aquí? Tú no perteneces a este sitio". Éste fue el mensaje que, sin oírlo, le transmitieron.
Y súbitamente despertó.
La intranquilidad de Eileen aumentaba cada día. Si bien las visitas ya no eran frecuentes, era incapaz de dormir bien.
Una noche, después de meses, ya poco a poco asumiendo que aquellas presencias parecían haberse olvidado de ella, la situación volvió a producirse.
Un peso sobre la cama...sobre sus piernas...sobre ella.
Pero algo ya no fue igual. No hubo parálisis. No hubo miedo.
Eileen abrió los ojos y se levantó.
Con toda la rabia de que era capaz, agarró a aquella sombra que estaba al lado suyo. Se sentía fortísima, liviana...no tenía peso, pero jamás fue tan poderosa.
A través del largo pasillo de su piso, Eileen arrastró al ser hasta el balcón;su inmaterialidad le permitió atravesar la persiana, que estaba bajada, y arrojó a aquella criatura a la calle.
A la vuelta hacia su habitación, pasando al lado de una butaca, pudo sentir que alguien la besó en la mano.
Nunca más nada perturbó su sueño.




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