Fueron éstas unas palabras pronunciadas por un personaje de fantasía clásica, que, tras los trágicos acontecimientos vividos a costa del engaño y la manipulación de aquellos en quienes confió, obtuvo la mayor de las recompensas: alzarse sobre todos y transformarse en un dios.
He tenido la posibilidad de comprobar cómo, para bien y para mal, la realidad supera con creces a los mundos de la imaginación, e incluso es una fuente de inspiración para elaborar cualquier historia, ya sea tétrica o esperanzadora.
Tras una época ominosa, rodeada de malos augurios, perversas actuaciones y silencios cómplices, el año 2012 quedará para siempre como el tiempo de la victoria, un año en el que la guerra se acabó y la lección ha quedado definitivamente aprendida y escrita a fuego en quienes tras caerse (no precisamente solos) y levantarse, han llegado a su meta e inician, felizmente, una nueva vida.
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