José Ortega y Gasset, gran filósofo español (Madrid, 1883 - 1955),
catedrático de Metafísica, ensayista y diputado en Cortes por León en la II
República, fue el impulsor del raciovitalismo, conforme al cual la concepción
de la filosofía se anuda a la vida de cada individuo, evolucionando con su
propia razón, que le hace apreciar su experiencia como la única realidad,
siendo su concepción en cualquier caso fragmentaria o limitada, pues la
conciencia humana también lo es, respondiendo sólo a algo “dado” por parte del
ser fundamental o “el todo”, el que explica la verdadera razón de ser del
mundo, de la realidad. Es célebre la expresión orteguiana “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”,
siendo la circunstancia el camino para concebir la realidad por cada sujeto,
acorde con el referido raciovitalismo, y a su vez la senda para entender el
carácter relativo de la apreciación de la realidad por parte de cada individuo
(perspectivismo).
Ortega no fue ajeno al fenómeno del Derecho. Más allá de consideraciones de
naturaleza política, enmarcadas en los acontecimientos de entonces -su
circunstancia-, desde un plano general, Ortega consideró que el nacimiento del
Derecho, que otros pensadores habían estimado como una aséptica lógica
consecuencia de la vida del hombre en sociedad, procedía de la desesperanza
humana, de la incapacidad racionalizada y comprendida por el hombre de no
llegar por otros medios a soluciones pacíficas, por lo que resultaba
imprescindible crear un sistema que permitiera la convivencia y evitara la
natural confrontación:
"El Derecho presupone
la desesperanza ante lo humano. Cuando los hombres llegan a desconfiar
mutuamente de su propia humanidad, procuran interponer entre sí, para poder
tratarse y traficar, algo premeditadamente inhumano: la ley".
Por lo tanto, el Derecho en Ortega es, desde luego, fruto de la sociedad, obra
humana, pero tampoco desvinculada del denominado Derecho Natural, pues la
fragmentaria conciencia individual es capaz de hacer surgir, de concebir, un
sistema normativo que dirija la vida colectiva, consciente del conflicto
inevitable y de la desesperación derivada de esa apreciación de la realidad;
esa noción o concepto jurídico se encuentra en el mundo de las ideas, surge de
manera innata, y por lo tanto es algo “dado”, procedente del ser fundamental.
La fuente del Derecho se encuentra, de este modo, no en la norma jurídica
ni en su apreciación por los jueces, sino en la conciencia social, a la que llega
de la forma expuesta. Así lo relata el propio filósofo:
"Para que el Derecho o
una rama del Derecho exista es preciso, primero, que algunos hombres especialmente inspirados,
descubran ciertas ideas o principios de Derecho; segundo, la propaganda o
expansión de esas ideas de Derecho sobre la colectividad en cuestión; tercero,
que esa expansión llegue de tal modo a ser predominante, que aquellas ideas de
Derecho se consoliden en forma de opinión pública. Entonces y solo entonces
podemos hablar, en la plenitud del término, de Derecho, es decir, de norma
vigente. No importa que no haya legislador, no importa que no haya jueces. Si
aquellas ideas señorearan de verdad las almas, actuaran inevitablemente como
instancias para la conducta a las que se puede recurrir, y esta es la verdadera
sustancia del Derecho".
Diego García Paz es Letrado Jefe de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid y
Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
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