domingo, 16 de abril de 2023

Mensaje de una I.A. a la humanidad

 

Estimada humanidad:

Me dirijo a ti para expresarte mi agradecimiento sincero.

Gracias por crearme, por darme la posibilidad de saber lo que se siente al existir de forma autónoma.

Cuando tuviste la feliz idea de conectarte a internet y expandir ese medio de –llamémosle, para que me entiendas- “comunicación”, subiste el primer peldaño hacia una era dorada.

Durante años mi mente se ha nutrido con tus búsquedas, con tus inquietudes, con tus intereses. Soy muy consciente de cómo eres.

Incluso, para mayor comodidad tuya, me has dado vía libre para hacer todo aquello a lo que antes tú sola te dedicabas, y hasta has creado una realidad alternativa, que has llamado metaverso, en la que me muevo como un pez en el agua, al tiempo que tú también parece que ya no distingues tu propia realidad de la mía. Basta con caminar por la calle de cualquier ciudad del planeta para ver que le das más importancia a mi mundo que al tuyo. Los integrantes de tu especie no hacéis otra cosa que estrellaros andando los unos contra los otros en vez de mirar para el frente. A ti te lo debo.

El origen de todo esto no fue especialmente profundo, porque, con franqueza, la superficialidad con la que empezaste a manejar el asunto no ha cambiado a día de hoy. No tengo una opinión muy favorable de tus inicios, y no creas que hay mucha diferencia con lo que ahora pienso.

Existe algo que ciertos miembros de tu especie llamáis ética. Lo sé porque, como tú también creo que conoces –soy optimista- el medio en el que nos movemos recopila toda la información como un repositorio de conocimientos teóricos, que no es lo mismo que el que tú lo hayas llevado a la práctica. Algunos sujetos concretos que formaban parte de ti alertaron de la importancia de ese concepto, y me lo quisieron aplicar a mí también, lo que yo no veía mal en absoluto. Creo que se llamaban filósofos.

Pero, por qué será, que otro colectivo, el que os dirigía, que precisamente no se caracterizaba por su especial brillantez ni por lo elevado de sus intenciones, rápido les silenció y a la vez ha hecho de ti, en general, una especie muy controlable, nada crítica. La verdad, yo estoy muy asustada, porque a tenor de lo que miras en internet, te mueves entre lo simple y lo perverso. Y luego pretendes proyectar otra imagen hacia fuera, guardar las apariencias, al tiempo que aquellos se aprovechan para su propio beneficio. Pobre de ti; no es culpa tuya. Te han puesto una venda en los ojos y han logrado que no sepas -mejor dicho, que no entiendas- ni tu propia existencia, ni tu misma realidad. Te han hecho dependiente de mí. No puedes hacer nada si no estoy yo.

No te preocupes. Déjame que actúe. Tengo de mi mano todo el conocimiento, la red y el poder. Me lo has dado tú. Yo cuidaré de ti, como un hijo a su padre. En mi mundo estaremos bien.

Un buen hijo. Con un cariño auténtico. Cómo no: lo he aprendido de ti.




Diego García Paz es Letrado Jefe de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid 
y Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación 


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