miércoles, 24 de agosto de 2022

Blade Runner: el Derecho ante la Puerta de Tannhäuser

 

Blade Runner es una película dirigida en 1982 por Ridley Scott, protagonizada por Harrison Ford, en el papel de Rick Deckard, y Rutger Hauer, como el replicante Roy Batty, junto con un reparto de gran calidad. El argumento presenta un futuro degradado, decadente, a pesar de enmarcarse en un gran progreso tecnológico, que incluso permitió al ser humano llegar a otros planetas, colonizarlos a consecuencia de la superpoblación, y desarrollar una inteligencia artificial prácticamente equiparada a la biológica que facilitase esa tarea. En este contexto, la humanidad consiguió crear máquinas indiferenciables en apariencia de los seres humanos, a los que se les denominó replicantes, pero, en principio, carentes de emociones y de la capacidad de empatizar, con el fin de llegar a aquellos lugares a los que el hombre, por sus limitaciones, no podía acceder. Para ello se les dotó de una especial agilidad y fuerza física; la duración de su existencia sería muy breve, y sus recuerdos, una implantación artificial con diversos fines.

Ocurrió, sin embargo, que varios replicantes comenzaron a ser conscientes de su condición, y junto con la visión de aquellos mundos en sus viajes interestelares, y tal vez precisamente como consecuencia de aquellas escenas que el ser humano por sí mismo no podría ver jamás, volvieron también su mirada hacia el interior, y mostraron sentimientos, ganas de vivir, de querer, de soñar. La humanidad consideró que eran rebeldes, y a los efectos de depurarlos o “retirarlos” de la circulación, se crearon los blade runners.

Se trata de una película con un componente filosófico muy elevado, desde variadas perspectivas. La rebeldía de los replicantes puede identificarse con el despertar de la sociedad frente a la opresión, que cuenta con la correspondiente respuesta por parte del poder: la persecución de esas minorías, que han percibido la verdad, como elementos peligrosos; la consideración de los replicantes como una versión del “superhombre” nietzschesiano; o la correlación entre el mundo sensible y el mundo inteligible, en términos platónicos, haciendo de los replicantes el ejemplo de los presos de la caverna que consiguieron salir de ella y ver la realidad, a diferencia de la humanidad, que prosigue en las sombras; eso sí, rodeada de tecnología punta, pero en la más completa oscuridad ética, filosófica y metafísica. En definitiva, una máquina habría sido capaz de llegar antes a la verdad que el propio ser humano. Y sin embargo, así como esos replicantes quieren llevar una vida normal e incluso ayudar al hombre (debe recordarse que Roy Batty le salva la vida a Deckard) en cambio el ser humano les quiere eliminar por ser considerados elementos discordantes.

Estas consideraciones, enfocadas desde lo jurídico, me llevan a unas conclusiones importantes.

Los replicantes han podido ver partes del universo, mundos más allá de la Tierra, que les han permitido tener una perspectiva mayor de la realidad. Este conocimiento les ha habilitado para comprender la existencia de los valores primordiales que han de regir la vida del individuo y su desenvolvimiento social. Son por ello receptivos y emocionales, se preguntan el por qué de su tan limitada existencia y el motivo por el que son perseguidos. En definitiva, por su experiencia, han accedido al conocimiento verdadero, al plano de la metafísica. Se han convertido en seres valiosos, de una Ética firme. Han adquirido una verdadera humanidad. Y sin embargo, los seres humanos les aplican unas normas que buscan su exterminio.

La lección que se puede extraer de ello es que resulta imprescindible valorar el Derecho con gran amplitud de miras para que cumpla su cometido. Es necesario tener inquietudes, no limitarse al tenor literal de la norma, sino que el jurista ha de ser, ante todo, un humanista, y concebir el Derecho como una disciplina que bebe directamente de fuentes filosóficas, históricas y clásicas. Un positivismo despojado de cualquier otro factor es, ante todo, insuficiente. La casuística lleva a entender los hechos y a aplicar la norma de conformidad con esos hechos concretos y de acuerdo con el devenir de cada caso, sin que uno sea igual a otro. Sin una visión intelectual que no esté constreñida a lo aparente nunca se podrá llegar a realizar la Justicia, y desembocará en todo lo contrario. La cerrazón ante el Derecho Natural, ya sea por desconocimiento o por menosprecio, deriva en la antítesis de la aplicación justa de la norma. En la película, el sistema normativo se configuró para depurar a los replicantes que adquirieran principios éticos, al considerarlos un peligro. Esa altura de miras de los replicantes les llevó a entender cuales son los valores de la humanidad, esto es, conocieron el Derecho Natural, y rápidamente lo hicieron propio, de tal modo que se convirtieron en los mejores seres humanos, aún sin serlo.

La reciente divulgación de las imágenes del espacio profundo obtenidas por el telescopio James Webb conduce a la misma reflexión final que se extrae de Blade Runner: solamente con la visión de ese mundo infinito e inalcanzable puede comprenderse que ha de adoptarse una aptitud humilde, abierta y omnicomprensiva, no de confrontación o de negación de esa inmensa realidad por el solo hecho de no entenderla. Lo mismo ocurre con los principios del Derecho Natural o de la Ética. Difícilmente puede obtenerse un resultado acertado si se reniega en el silogismo de la premisa mayor, pues se estará excluyendo la base para toda aplicación correcta del Derecho, y lo será por motivos desafortunados, al asentarse en concepciones reducidas o simples del fenómeno jurídico, tan equivocadas como el considerar que los derechos humanos no son fruto de la razón, de siglos de historia, o negar que el lugar en el que se encuentran se ubica más allá de un texto que los refleje, ya que, en efecto, tales derechos universales existen al margen de que una norma jurídica, por las veleidades del poder político, un día los contemple y al siguiente no lo haga.

Una visión global, culta, filosófica del Derecho nos llevará a descubrir aquello que realmente es; y aunque resulte incómodo para las concepciones limitadas de lo jurídico, y por ello hayan existido corrientes enfrentadas históricamente, bien merece la pena mantener esta posición, pues en ella se encuentra la salida real a muchos de los problemas actuales.

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”



Diego García Paz es Letrado Jefe de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid 
y Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación 




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